La Universidad Tecnológica del Uruguay (Utec) puso en marcha un proyecto de “refábrica” de juguetes para estudiantes de Ingeniería con enfoque en economía circular, cuidados ambientales o con trabajos de interés para la comunidad.
La idea replica una experiencia llevada a cabo en Portugal que Álvaro Pena, director de Programas Especiales de la Utec, y Ezequiel Aleman, del Programa de Lenguas, conocieron en un viaje de trabajo. Allí vieron la implementación de la reconversión de muebles y surgió la oportunidad de realizar talleres en Uruguay pero de refabricación de juguetes, en el marco del programa Bricks and Bits, que enseña robótica mediante juegos.
En 2018 comenzaron los talleres como parte de una investigación con la inglesa Universidad de Nottingham. Ya han participado 130 alumnos en las dos ediciones realizadas en 2018 y en la que se llevó a cabo en febrero de este año, en cuatro ciudades del interior.
La idea es que el estudiante desarrolle su parte imaginativa y de diseño, en contacto directo con personas ajenas a la universidad; el proceso comienza cuando un niño y un familiar se acercan a la Utec, luego de una convocatoria abierta para llevar un juguete en desuso, averiado, o que ya no implique ningún lazo emocional para el dueño.
El grupo de estudiantes mantiene una entrevista para conocer las preferencias del niño o la niña, a qué juega, qué le gusta y por qué no se entretiene con lo que trajo. En los últimos minutos del encuentro se destapa el juguete para que el grupo lo vea y defina cómo refabricarlo.
Aleman cuenta que algunos niños ya llegan con una lista de los cambios que quieren en el juguete y otros no, y de todas maneras salen también deslumbrados.
Asimismo, los coordinadores del proyecto buscan involucrar más a las mujeres, que no están tan presentes en los talleres, una ausencia que se explica por el perfil de los inscriptos en las carreras de Ingeniería.
Para este proceso se puede utilizar materiales reciclables (papel, cartón, plásticos, otros juguetes, madera, electrónicos) e impresoras 3D; no está permitido comprar objetos nuevos.
Está prevista también una segunda entrevista con el niño, para que pueda ver el modelo que se diseñó para refabricar el juguete.
Finalmente, el objeto reconvertido se le entrega al niño en una “cita de juegos” en la que se repasa todo el proyecto, incluyendo los cambios que se definieron antes de llegar al objeto final.
El taller completo dura tres días y, según los impulsores de la iniciativa, el resultado para los niños siempre ha sido satisfactorio.
Hay muchas historias para contar. Una niña llevó una muñeca que ya usaba poco, y comentó durante la entrevista acerca de su pasión por la música. Los estudiantes de la Utec captaron el mensaje y pusieron manos a la obra: hubo cambios en la vestimenta y en los colores, y se generó un piano con MP3. Al final del proceso, la niña pudo ver cómo su muñeca se había convertido en pianista y ella podía escuchar su música preferida.
Otro niño llevó un dinosaurio que no funcionaba. Los jóvenes estudiantes arreglaron el desperfecto, recuperaron los sonidos originales y le sumaron otros superhéroes, diseñados con impresoras 3D.
La respuesta de los estudiantes es muy positiva, destacan Pena y Aleman. Es que, a pesar del desafío de no desilusionar, ¿cuántas cosas generan más satisfacción que entregarle un juguete a un niño?
Hay lista de espera de niños que quieren participar con su juguete, y está previsto que se haga un llamado para recibir donaciones de objetos. Los talleres se concretaron en las sedes de la Utec de Fray Bentos, Rivera, Juan Lacaze y Maldonado.
La refábrica de juguetes forma parte de un programa transversal no obligatorio; las actividades son abiertas e independientes de la carrera y el año que esté cursando cada estudiante.
Los estudiantes pueden ser de cualquiera de las carreras, pero principalmente han participado quienes asisten a Ingeniería en Mecatrónica, Biotecnología Médica, Tecnología de la Información, Logística, Licenciatura en Ciencias y Tecnología de Lácteos.
Los coordinadores subrayan que el proyecto tiene un gran potencial desde el punto de vista creativo, y que para los niños puede significar un aprendizaje en cuanto a evitar el consumismo (que un juguete tenga una segunda vida puede derivar también en un objeto que no se compra). También destacan cómo este tipo de enfoques influyen en la matriz de la enseñanza de la ingeniería y en la aplicación de metodologías más activas.
Para la Utec es clave que este tipo de iniciativas se localicen en el interior del país, donde uno de cada diez alumnos son parte de la primera generación de la universidad, de los que algunos llegaron con dificultades en el nivel académico fuerte. Aleman afirma que esto los ayuda a pensar como ingenieros y a concentrarse en la búsqueda de soluciones efectivas y con perspectiva de futuro.
Fuente: La Diaria
Conecta