No es extraño escuchar que alguien le pida a su aplicación celular de música que le reproduzca canciones que no conoce, pero confía en que las propuestas le gustarán. Tampoco sorprende que el sistema de GPS brinde la ruta perfecta, fruto del procesamiento de miles de señales que le informan cuando otros conductores están detenidos por un accidente o avanzan con rapidez por alguna ruta alternativa.
Los ejemplos se acumulan y la Inteligencia Artificial (IA) está en muchos lados: en el filtro del correo no deseado, en la traducción automática de contenidos en diversos idiomas y en el chequeo de la ortografía. Sin embargo, entre los ejemplos con los que los ciudadanos interactúan a diario aparecen dispositivos uruguayos cada vez con mayor frecuencia.
“Un ejemplo importante son las cámaras que fueron instaladas por el Ministerio del Interior. No hacen falta 100 operadores visualizando los monitores porque técnicas de IA detectan en qué cámara se está produciendo un hecho anómalo”, explicó a 180 el ingeniero en Computación Sebastián García Parra, director y cofundador de Idatha.
La aprobación de préstamos también depende de los consejos de máquinas. Se entrena al dispositivo con los datos históricos de los préstamos otorgados, con características sociodemográficas de los clientes y el retorno de los pagos en cada caso. “Con los datos pasados se construye un algoritmo que permitirá predecir la probabilidad de que un nuevo cliente pague el préstamo que solicita”, detalló García Parra.
A partir de datos del pasado, la máquina logra predecir el futuro. Entonces, cuanto más préstamos otorgue la institución, más datos tendrá y su modelo tomará mejores decisiones.
Los ejemplos uruguayos crecen cada día. Los asistentes virtuales en páginas web (bancarias, de televisión para abonados, cadenas de farmacias), donde el cliente tiene la posibilidad de escribir consultas en un recuadro tipo chat y comienza a interactuar con un agente disponible las 24 horas del día, son uno de los campos en los que más crecimiento se registra.
García Parra relató los desafíos que implica un sistema así: “Los usuarios pueden expresarse de muchas maneras porque el lenguaje escrito permite tantas combinaciones como la imaginación humana. Entonces, debemos entrenar a la máquina con distintas formas de expresar una misma intención y lo logramos con Aprendizaje Automático. Entrenamos con cientos o miles de ejemplos de expresiones que comunican una misma intención. Mientras más ejemplo usamos, mejor se entenderá a los clientes”.
El reconocimiento automático de imágenes trascendió por las medidas de seguridad implementadas en el fútbol pero hay más ejemplos: identificar el nivel de carga de un camión a partir del análisis de imágenes, leer la matrícula de automóviles en movimiento utilizando cámaras de vigilancia, determinar la calidad de un corte de carne, detectar una anomalía en una imagen de resonancia magnética, son todos ejemplos de IA que se trabaja en Uruguay.
“Nuestro país está incorporando cada vez más esta tecnología, tanto a nivel privado como público. Pero es relevante entender que estos sistemas funcionan cuando las tareas son repetitivas y cuando tenemos buena cantidad y calidad de datos para entrenarlos. Las máquinas están lejos de suplantar a los seres humanos en tareas creativas y de poder pensar. No hay magia detrás de este concepto. Los aparatos de marketing de las grandes empresas suelen arrojar demasiado fuego de artificio”, concluyó García Parra.
Fuente: 180
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