El impacto del cambio tecnológico sobre la productividad, el crecimiento y el empleo fueron abordados por Guillermo Varela, presidente de la Cámara de la Economía Digital del Uruguay (CEDU), durante un desayuno de trabajo organizado por la Asociación de Dirigentes de Marketing del Uruguay (ADM).
En una mesa de debate que compartió con el ingeniero Leonardo Loureiro, presidente de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (Cuti), y con el economista Fernando Isabella, director de Planificación de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Varela advirtió que “la tecnología viene a transformar radicalmente nuestros negocios y la industria”.
En referencia al desarrollo de la economía digital, resaltó cambios como la tendencia a la desaparición del efectivo, fenómeno impulsado por la Ley de Inclusión Financiera, que llevó a que en 2017 los adultos uruguayos bancarizados fueran el 64%, casi el triple que el 24% registrado en 2011. En esta misma línea, mientras en 2014 solo el 33% de las transacciones se realizaban por pago digital, en 2017 fueron el 53%.
“Los analfabetos del futuro son quienes carecen de una educación digital hoy”, afirmó al analizar las proyecciones del empleo y la relevancia de la formación digital apoyada en un cambio cultural. “Tenemos que aprender a aprender y hacerlo todo el tiempo, porque si no, no vamos a tener el tiempo suficiente para capacitar a los jóvenes para todos los cambios tecnológicos que vienen”, manifestó.
El ejecutivo puntualizó que “rara vez un país no desarrollado tiene tantas oportunidades como ahora y debemos trabajar sobre eso”. Prosiguiendo con el análisis, Fernando Isabella explicó que las tareas rutinarias y manuales tendrán con el tiempo un mayor grado de automatización que las no rutinarias y cognitivas. A la vez, introdujo proyecciones de la OPP para Uruguay hacia 2050, cuando se prevé tener una población cercana a los cuatro millones de habitantes, en la que entre el 20% y el 26% serán mayores de 65 años.
“El cambio tecnológico es la principal fuerza de desarrollo y no solo permite mejorar las condiciones de vida sino que vuelve sostenible todo el sistema de protección social en un contexto de envejecimiento”, valoró. En este sentido, considera que el Estado debe estar implicado, ya que la regulación y la intervención pública son las únicas capaces de garantizar el despliegue de las potencialidades de la tecnología y la distribución de sus frutos en la sociedad.
“Las capacidades que hoy requerimos para los nuevos puestos de trabajo no las tienen aquellos que están buscando empleo”, dijo a su turno Loureiro, quien analizó la revolución tecnológica como un fenómeno que impacta a gran velocidad en todos los sectores de la industria y en el empleo. El experto alertó sobre el rol de la educación, que entiende debe formar pensando en el futuro y contemplando los avances del entorno.
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