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«En Uruguay el vaso siempre está medio vacío»

30/01/17

Entrevista de El País a Miguel Brechner, Presidente del Plan Ceibal
Tiempo de lectura: 7 minutos

El presidente del Plan Ceibal nació en Bolivia y vivió en Londres. Es ingeniero y máster en Telecomunicaciones. Dice que a la gente le gusta “declarar la importancia de la educación”, aunque no la materializa, que en Uruguay “el conflicto es negocio” y que la gestión no es vista como importante.

 

—Van diez años del Plan Ceibal, se entregó más de un millón de tabletas y no se discute la equidad que generó en los niños. ¿En qué mejoró la educación?

 

—Primero hablemos de equidad porque Uruguay es un país que da todo por sentado y siempre el vaso está medio vacío. Estamos a un punto de clasificar y jugamos mal. Hoy no hay brecha de acceso a computadoras en niños y en jóvenes y el efecto del Plan Ceibal en los hogares hizo que una cantidad de padres compraran computadoras remanufacturadas para tener en su casa además de la del Ceibal. En el único lugar donde hay brecha es en mayores de 65 años que ahora está el Plan Ibirapitá. Es tan increíble la transformación que ha tenido el mundo en los últimos diez años que no nos damos cuenta. Cuando se lanza el plan Ceibal no había iPhone ni tableta. El Internet en el hogar en la mayoría era discado. No es decir que saltamos dos pasos, hicimos un salto gigantesco como país. Hoy todos los niños tienen acceso a computadora a Internet y eso no existe en el mundo. Cuando uno dice que todas las escuelas urbanas tienen fibra óptica en el mundo no lo pueden creer. En Estados Unidos todavía están discutiendo quién paga el despliegue de fibra óptica. A partir de 2011 empezamos a construir distintas plataformas al servicio de la educación. Obviamente es mucho más fácil desplegar máquinas que plataformas. Tenemos una plataforma de matemáticas disponible para públicos y privados en la que en 2016 hicimos cerca de 40 millones de actividades. Nuestro objetivo es darle una herramienta al sistema para que la pueda usar y haya transformaciones. Si sos profesor de matemáticas no tenés que preocuparte por preparar ejercicios sino que se los das y cada uno sigue su recorrido independiente y si no lo puede resolver empieza a ver cuál es la tranca y al fin del día le avisa al docente. ¿Cuándo vamos a ver los resultados? ¡Pasan años hasta que ves resultados!

 

—La personalización era un atractivo del plan. ¿Hasta qué punto se desarrolló el potencial del Ceibal?

  

—Si un docente es bueno en matemáticas con la plataforma va a ser mucho mejor. Si un docente no usa la plataforma y no le gusta la matemáticas estamos ante un problema. Ese tema no lo resuelve la tecnología. En la plataforma de matemáticas no hay duda que se personaliza la educación. ¿Cuántos años va a llevar? No sé, pero el mundo va hacia una educación personalizada. ¿Cómo estamos frente al mundo? En avanzada. Nosotros construimos plataformas para que el sistema las vaya tomando. Y las toma. Acabamos de comprar una para libros y van a poder hacer club de lectura. Ahora, si queremos magia hay que ir a otro lado. La magia acá es que necesitamos maestros que acompañen, un papá, una mamá, un abuelo. Por tener la plataforma de lectura no vamos a mejorar. Hay un juego que se llama Dragon Box y los niños juegan y aprenden álgebra. Tenemos un programa para que niños de primero, segundo y tercero aprendan a programar. Pero este es un país del vaso medio vacío, cada conflicto es mucho más interesante que las cosas buenas. Y hay que ver el inglés. Hoy es universal en Primaria en cuarto, quinto y sexto. 80.000 niños aprenden clase por videoconferencia, más que el Estadio Centenario. ¿Cuánto vale que un país tenga todos los niños que aprenden inglés? Hay un nuevo mundo al que vamos y una nueva forma de enseñar en base a proyectos. Vamos a tener cerca de 400 grupos donde se plantean problemas de la vida real y se trabaja en equipos. La tecnología en el aula tiene dos roles: o hace algo que de otra manera no lo podrías hacer como en inglés o los libros, o acelera las pedagogías y permite aprender varias disciplinas a la vez. Un ejemplo: los pibes que ganaron el segundo premio de robótica del liceo de San Luis hicieron una cucha de perro que detecta el clima y la mueve para evitar viento y agua. Ese es al mundo que tenemos que ir y el Ceibal ha hecho un trabajo fuertísimo. Pero este es un país muy complicado en la ansiedad por los resultados.

 

—¿Ese soporte del docente interesado, la familia que acompañe es el punto débil?

 

—En Uruguay a la gente le gusta declarar la importancia de la educación, pero no lo materializa en la práctica, si no, no se entiende cómo tanta gente deja de estudiar, no en los quintiles más bajos sino en los quintiles más altos. Casi un 20% de las personas del quintil cinco no termina sexto de liceo. Eso es inadmisible. Hoy para la sociedad es aceptable que alguien no termine el liceo. Va a haber una transformación de la educación cuando toda la sociedad valore la importancia de la educación, y no solo la declare, porque declararlo es muy fácil.

 

—¿Cree que está muy politizado el tema?

 

—Sí, excesivamente politizado. En general. Los padres les piden a los docentes lo que tienen que hacer como padres. Los padres tienen que estar con los hijos para hacer los deberes o para preguntarles cómo les fue en clase o ayudando a leer. La escuela no puede ser la sustitución de los padres, de la contención y de todo. Tiene que haber mucha más actividad de los padres y mucha menos politización. Vamos a un mundo recomplicado de trabajo. La sociedad tiene que ser consciente de ello y no solo pedir al sistema educativo.

 

—Se viene una nueva Rendición de Cuentas y la educación promete dar batalla.

 

—No me voy a meter. Está muy politizado. Hay que aumentar el presupuesto. Lo más importante es eliminar el rezago de los que no están en su año de estudio. Para mí es el problema más grave que tiene el sistema y claramente en eso hay que poner la plata.

 

—¿Qué hay que hacer para mejorar?

 

—Hay que tener un plan general y distintas soluciones para distintos problemas. No creo que haya que tener 1.000 programas para 1.000 problemas. Hay que encontrar los tres más importantes y solucionarlos y eso lo tiene claro la ANEP y los subsistemas. Probablemente se necesita más plata, más acciones y tiempo.

 

—¿En qué cree que va a cambiar el no tener asegurada la mayoría parlamentaria?

 

—Algo va a complicar pero va a haber que aprender a dialogar. Una cosa es perder la mayoría parlamentaria porque alguien se fue a la oposición y otra porque te dice que hay cosas que va a apoyar y otras que no. A mí me preocupa en algunos aspectos la baja discusión profunda sobre temas como educación, seguridad. Se grita mucho, se piden renuncias, pero hay que mirar qué pasa en otros países, cómo se ha resuelto, quién lo ha resuelto y quién no. Nosotros hemos resuelto muchas más cosas que otros. El gran problema es que en Uruguay el conflicto es negocio, entonces sistemáticamente hay conflicto.

 

—Parece resignado…

 

—No, no estoy resignado para nada. Pero cambiar la idiosincrasia… Entendamos en qué Uruguay vivimos y trabajemos para que mejore. Si hay algo que han mostrado las últimas elecciones en el mundo es que hay que ver qué es lo que la gente quiere. A veces es distinto a lo que algunos quieren. En la mesa de discusión hay que dejar un rato la política y sincerarse un poco.

 

—¿Qué le parecen estas discusiones electorales que hay dentro del Frente?

 

—Creo que es sano que haya una renovación generacional en el Frente. Estamos en un ciclo que termina y uno que empieza. Después de tres períodos de gobierno tiene que haber una renovación. Cada uno que quiere debe hacer política además de lo que hace, pero no desdibujar sus roles y eso vale para todos los partidos. Las elecciones son en 2019, ahora hay que laburar.

 

—Ha dicho que la izquierda se debe una discusión entre política y gestión. ¿Por qué?

 

—Porque no se puede endiosar la gestión ni endiosar la política. Hay que hacer política, pero gestionando. La política tiene que estar siempre, lo que pasa es que una vez definida hay que gestionarla bien y creo que a veces en la izquierda y en el Uruguay todo, la gestión no se destaca como importante. Un problema grande es que los que están haciendo política quieren hacer gestión y los que están haciendo gestión quieren hacer política y es el peor mix, es una especie de bomba atómica.

 

—¿Cree que el Frente Amplio puede llegar a perder el gobierno en 2019?

 

—Yo creo que en 2019 va a ganar el Frente, no me cabe duda, pero creo que hay que trabajar para ganar.

 

—¿Por qué hay temas sociales clave que siguen sin resolverse después de tres gobiernos de izquierda, como que casi el 40% de los niños nacen en la pobreza?

 

—Si agarramos los números de 2005 y los de hoy son distintos. Seguimos teniendo problemas, pero no es lo mismo. Hay temas culturales y sociales que llevan tiempo. Las sociedades del pasado tenían pilares de contención que eran la familia, las fábricas y la sociedad. En las tres áreas ha habido deterioro. Cuando hay tantas familias monoparentales con mamás de 15 años es complicado. Hay que trabajar. Acá no hay milagros. Hay temas que llevan tiempo.

 

«Para mucha gente el país está en otra época».

El Plan Ceibal hizo un acuerdo con Google que permitió dar espacio ilimitado en la nube para guardar material y en Gmail. El hecho generó polémica, se habló de espionaje, control, inseguridad. ¿Lo sorprendió la reacción?

 

—No, en Uruguay no me sorprende ninguna discusión. Para mucha gente Uruguay está en otra época histórica y ta. En este mundo que vivimos hay que tener muy claros los principios sobre los cuales nos vamos a regir. La privacidad, la libertad, los derechos y en función de eso entender cómo funciona el mundo. Lo que no podemos decir es no vamos a tener datos porque nos van a robar. Hay que cuidarlos. Pero en Uruguay todo nos gusta discutir. Espero que en algún momento se discutan en profundidad algunos temas que tienen que ver con las nuevas formas de producir, el valor de la propiedad intelectual, el valor del trabajo remoto. Uruguay es un país conservador que ha hecho cosas muy innovadoras.

 

Mandarín y aprender a programar en agenda.

El año pasado el presidente Tabaré Vázquez anunció que el Plan Ceibal implementaría la enseñanza de chino mandarín. «Estamos trabajando en eso y viendo quién imparte el curso», respondió el presidente del Plan Miguel Brechner a la consulta sobre cuándo comenzará. «También estamos con Jóvenes a Programar que por lo menos más de 1.000 van a empezar a aprender a fin de marzo o principios de abril», afirmó. El anuncio de jóvenes programadores se hizo a fin de año en el marco de uno de los consejos de ministros en el interior. Según Brechner hay «buena demanda». Hoy Ceibal capacita en programación a niños de 1°, 2° y 3° de primaria. Es tal el número que se ha compenetrado con esto que Brechner anunció que se realizará una competencia con los niños que aprenden a programar. Hoy el Plan Ceibal tiene en total 120.000 personas conectadas de mañana y otro número similar de tarde.

 

Fuente: El País

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