La crisis global de suministro de componentes electrónicos sigue vigente. Se esperaba que estuviera solucionada para principios de este 2022, a partir de una normalización del COVID-19. Pero lo cierto es que todavía habrá que esperar hasta 2023 (o quizás más) para volver a tener tiempos razonables de entrega.
Esto tiene un impacto directo en los negocios. Por un lado, la consecuencia más visible es el retraso en los plazos de proyectos. Pero, además, lleva a que muchas empresas decidan utilizar marcas diferentes a las habituales, y esto repercute en cómo se manejan y el conocimiento que deben tener los equipos internos responsables del funcionamiento tecnológico (como Soporte e Ingeniería). Este cambio, derivado de salirse de los estándares, puede llegar a impactar en la implementación y hasta en las capacitaciones.
La pandemia llevó al cierre temporal de fábricas y a una ralentización a todo nivel. Tras la exitosa vacunación, los fabricantes y transportistas intentan ponerse al día con los pedidos atrasados. Pero la realidad es que no dan abasto, porque, al mismo tiempo, se está dando un aumento vertiginoso de nuevas demandas. Es una tormenta perfecta, ya que además la falta de materias primas pone un freno importante a esta recuperación.
A esto se suma otro factor preocupante: la complicada situación logística a nivel mundial. Cuando se empezaron a abrir los puertos, se produjo una sobredemanda. No había containers y los precios se dispararon. Los retrasos y los precios altos podrían continuar hasta 2023, según un estudio del Council of Supply Chain Management Professionals (CSCMP). El conflicto bélico en el este de Europa dificulta aún más las cosas.
¿Qué dicen los líderes?
El impacto es transversal en la industria. En el sector automovilístico, por ejemplo, el director financiero del Grupo Volkswagen, Arno Antliz, es más pesimista, ya que considera que las provisiones de microchips recién se estabilizarían en 2024.
El CEO del fabricante de microprocesadores Intel, Pat Gelsinger, tiene la misma visión: “La escasez general de semiconductores se desplazará hasta 2024, en comparación con nuestras estimaciones anteriores de 2023, simplemente porque la escasez ha llegado ahora a los equipos de producción y algunas de estas instalaciones de las fábricas se verán más afectadas”.
Estas demoras no son compatibles con la velocidad de los negocios.
¿Cómo impacta la falta de componentes electrónicos en los proyectos?
Las compañías deben tener en cuenta que sus clientes del ámbito público (empresas o entes estatales) afectan el gasto recién cuando se les entrega la mercadería. Se genera entonces un período ventana. Es esencial que evalúen y ponderen los tiempos de entrega de los fabricantes.
En el sector privado, la complicación está dada por la postergación de los plazos de los proyectos. El retraso en los negocios y que no se actualicen tecnologías tiene un impacto notorio en lo empresarial.
Cada empresa está tomando su propio camino ante estas restricciones. Para esta definición, se debe tener en cuenta incluso las diferentes condiciones de cada país; por lo que se ha convertido en un puzzle interesante de armar que afecta al negocio en sí mismo.
Se están presentando situaciones de todo tipo.
Algunas empresas con proyectos de actualización que evalúan pueden sobrellevar este panorama, se atienen a los precios y plazos resultantes.
También se da el preocupante caso de organizaciones que tienen un ecosistema de tecnologías que compraron hace tiempo, y ahora se encuentran con que se alargaron los tiempos de fabricación y no hay materiales. La decisión que algunas toman es implementar la actualización tecnológica recién cuando se reciban los componentes. Pero esta postergación puede ser crítica, ya que se exponen a quedarse sin el soporte de los fabricantes.
Otras empiezan a homologar marcas diferentes a las que trabajaban habitualmente, pero tampoco con ello se aseguran la disponibilidad. El impacto es fuerte en casos como los de cadenas multinacionales, si se considera que tienen los mismos componentes tecnológicos instalados en todas sus filiales a nivel mundial.
Hay otros casos en los que la decisión va por empezar a tener un stock propio, con los componentes que se puedan encontrar en un tiempo razonable.
¿Qué hay que tener en cuenta?
Que surfear esta ola se está haciendo cuesta arriba.
Se pensaba que la situación ya habría mejorado para esta altura. Pero ahora sabemos que se tendrá que esperar por lo menos un año más para que el suministro se reacomode.
Y aunque uno suene al malo de la película, es necesario advertir a los tomadores de decisión que deben estar muy pendientes de este tema.
Mal o bien, la escasez de componentes electrónicos va a seguir siendo la piedra en el zapato por un tiempo. Una piedra que puede complicar mucho los cumplimientos.
Si esto no se toma en cuenta, lo que se proyecta para tres meses puede llegar a tardar entre seis u ocho. Y esto es algo que todo gerente debe incluir hoy en sus planes.
Como hay que avanzar porque el mercado no espera, se debe apelar a la inventiva y la flexibilidad.
En Isbel, este contexto nos llevó a especializarnos en ayudar a nuestros clientes en esa búsqueda de alternativas creativas para mantener el desarrollo de su negocio más allá de estos reveses y navegar con éxito estas aguas inciertas.
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