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La agilidad en las empresas, un desafío cultural y tecnológico

28/06/24

En el mundo empresarial actual, la agilidad se ha convertido en un imperativo para el éxito. Las grandes empresas, con sus estructuras complejas y múltiples equipos, enfrentan un desafío particular en la adopción de metodologías ágiles. Sin embargo, los beneficios potenciales son enormes: mayor adaptabilidad al cambio, mejor comunicación, optimización de recursos y, en última instancia, un mayor retorno de la inversión.
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por Sebastián Correa, Agile Coach de Baufest.

En el mundo empresarial actual, la agilidad se ha convertido en un imperativo para el éxito. Las grandes empresas, con sus estructuras complejas y múltiples equipos, enfrentan un desafío particular en la adopción de metodologías ágiles. Sin embargo, los beneficios potenciales son enormes: mayor adaptabilidad al cambio, mejor comunicación, optimización de recursos y, en última instancia, un mayor retorno de la inversión.

La agilidad ha demostrado ser una herramienta valiosa para unificar la estructura empresarial y garantizar que la transformación llegue a todos los niveles. Según el estudio State of Agile 2023 acerca de los beneficios concretos de la adopción de esta metodología, cerca del 60% dijo que la colaboración había mejorado, el 57% vio una mejor alineación con las necesidades del negocio y una cuarta parte detectó una mejora en la calidad del software desarrollado.

Como se discutió en la primera edición de las Baufest Business Digital Transformation Sessions, implementar la agilidad en una empresa no se trata solo de cambiar procesos, sino de transformar la cultura organizacional. Los líderes juegan un papel crucial, fomentando una mentalidad abierta al cambio y la colaboración y comunicación fluida entre los diversos equipos.

También hay que considerar que la transformación digital es un proceso paralelo a la adopción de la agilidad. Esto implica mantener los sistemas operativos activos y los procesos ininterrumpidos al mismo tiempo que se implementan nuevas metodologías. Si bien esto puede significar que la transición sea lenta, los resultados a largo plazo son significativos: mayor eficiencia y mejor toma de decisiones y experiencia para el cliente.

Incluso los procesos establecidos deben ser evaluados y adaptados si existe la posibilidad de mejorarlos, porque la agilidad implica una reevaluación constante para optimizar el flujo de trabajo y maximizar el valor agregado. Es importante gestionar la resistencia al cambio de manera efectiva, comunicando claramente los beneficios y brindando apoyo a los empleados durante la transición.

La agilidad no es una solución única para todos, sino que requiere identificar las áreas donde la metodología ágil puede generar el mayor impacto y aplicarla de manera estratégica, lo que representa que no todos los procesos o equipos se beneficiarán de la misma manera, por lo que es esencial adaptar el enfoque a las necesidades específicas de cada situación.

El valor de la agilidad radica en que la burocracia y las estructuras rígidas en las grandes empresas pueden obstaculizar el crecimiento y la innovación, mientras que la agilidad ayuda a eliminar estas barreras creando un entorno donde las ideas fluyen libremente y las decisiones se toman de manera rápida y eficiente.

Es fundamental comunicar claramente los beneficios de la agilidad a líderes, inversores y empleados. Demostrar cómo la metodología ágil optimiza la distribución de recursos, reduce costos y mejora la productividad es esencial para obtener el apoyo necesario para la transformación.

La transformación ágil no solo implica velocidad, sino que también establece bases firmes para una comunicación optimizada. La colaboración entre equipos, la retroalimentación constante y la transparencia en los procesos son elementos clave para crear un entorno donde la información fluye libremente y las decisiones se toman de manera informada.

En conclusión, adoptar la agilidad en una empresa es un desafío complejo pero gratificante. Requiere un liderazgo fuerte, una comunicación efectiva y una comprensión profunda de las diferencias culturales. Los beneficios a largo plazo son significativos: mayor adaptabilidad, mejor comunicación, optimización de recursos y un mayor retorno de la inversión. Las empresas que naveguen con éxito este desafío estarán bien posicionadas para prosperar en el dinámico mundo empresarial actual.

 

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